La herencia jacobina

Quiero inaugurar éste blog con un extracto de una estupenda entrevista realizada al historiador Joaquín Miras.

Miras fue militante del PSUC del 73 al 82, organización que abandona a raíz de los desencuentros surgidos en el V Congreso del Partit Socialista Unificat de Catalunya y pasa a formar parte de la escisión que conformaría el PCC (Partit dels Comunistes de Catalunya). Deja también el PCC mientras éste se encontraba conformando Esquerra Unida i Alternativa (el actual referente catalán de Izquierda Unida) por considerar que el partido funcionaba en clave institucional y que había dejado completamente abandonada la tarea de organizar tejido social y de la lucha cotidiana en empresas y barrios.

Actualmente forma parte de la asociación cultura marxista “Espaimarx”.

Aunque toda la larga entrevista es interesante (adjunto el link para acceder al texto completo para quien tenga especial interés) , me parece especialmente destacable sus reflexiones a raíz de tres preguntas sobre republicanismo y comunismo.

Pregunta: Estás vinculado al republicanismo político de orientación comunista. ¿Qué es para ti el republicanismo?

Respuesta: Creo que la izquierda europea, y los partidos comunistas carecieron de una reflexión propia sobre la teoría política –con excepciones como la de Gramsci o Rosenberg; no cabe menospreciar tampoco, en sus límites, el jacobinismo de Lenin -. De hecho, tras la segunda guerra mundial, sus políticas fueron funcionales a los estados llamados de bienestar, sin que se reflexionase sobre la ley, los aparatos de poder, la democracia, y sin que elaborase una teoría política normativa propia al respecto. Lo más político que se llegó a decir era que se trataba de profundizar en una “democracia avanzada” –metáfora topológica-, intuición no elaborada. No teníamos si quiera análisis sobre lo que significaba, por ejemplo, que los parlamentos a penas funcionasen como tales y que las constituciones impidiesen a los parlamentos legislar contra la propiedad privada. Esta carencia de teoría política normativa estaba muy arraigada en la socialdemocracia del siglo XIX y había sido heredada por el comunismo. Existía una corriente muy viva de rechazo de la política: el estado y la ley eran solo instrumentos de coacción de la clase dominante y servían para la lucha de clases; en consecuencia estaban llamados a desaparecer en el futuro. Recuerdo que en hacia 1975 Norberto Bobbio había escrito, en Rinascita si no ando errado, que Marx carecía de una teoría del Estado, y que esta idea había inquietado mucho a Sacristán. El republicanismo -es un nombre aceptable- es el intento de rescatar el acerbo político clásico, el único existente, gracias al cual y mediante el cual se han producido, antaño, en el Mediterráneo, y desde la Modernidad, en Europa, las grandes luchas de sociales y de clases, para repensar la política y ayudar en lo posible a que sirva para el nacimiento de un nuevo movimiento democrático, y para repensar y reconstruir el comunismo.

P: ¿Y por qué el comunismo?


R: Creo que el comunismo es un proyecto necesario: el proyecto ideológico comunista es el único cuyo núcleo central entronca con la tradición de la democracia heredada de la Revolución Francesa, a pesar de todos los desdibujamientos. En consecuencia, su núcleo ideológico, explicitado en el Manifiesto Comunista de Marx y Engels, es que el fin fundamental de toda actividad es construir un movimiento popular, el movimiento de la democracia, que permita a las clases subalternas organizarse e intervenir de forma directa y protagonista en la política y luchar por la soberanía. Esta es la única prioridad inexcusable del comunismo. La propia elaboración intelectual de los comunistas debe ser orgánica de las experiencias y objetivos propuestos mediante deliberación por el movimiento, no inventada por el estado mayor en un congreso. Recuerdo que cuando Marx va a desarrollar su crítica de la literatura utópica en el Manifiesto, comienza recalcando quién y por qué razón debe ser excluido de esa lista: “No se trata aquí de la literatura que en todas las grandes revoluciones modernas ha formulado las reivindicaciones del proletariado (los escritos de Babeuf, etc)”.

P: No existe entonces, en tu opinión, ninguna otra corriente teórica que defienda esa posición.

R: No, no existe ninguna otra corriente teórica, intelectual, actual que defienda esta idea.

No existe ninguna otra tradición actual que se atreva a recordar que la violencia del enemigo aconseja tener teoría de la violencia como instrumento de lucha. Curiosamente, esta idea que es puro realismo político, y que siempre ha sido sostenida por el republicanismo tradicional, se borra en las elaboraciones teóricas de otras corrientes republicanas actuales y en las de las demás fuerzas políticas populares.

También sus análisis demoledores sobre el capitalismo, contrarios a la existencia de la propiedad privada de los medios de producción, que no son programa político –repito que el programa lo elabora el movimiento en acto- son solo preservados por el marxismo comunista

Estas ideas deben ser defendidas junto a las otras de la tradición política clásica: estado de derecho, libertades, ley, ciudadanía, constitución. Por eso creo necesario recuperar y reconstruir un proyecto ideológico comunista ayudando a que se reinstale en el seno de la tradición de que nace.


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