Contra las cadenas. A propósito de Torrijos.

De vez en cuando en España llevamos a la práctica ideas maravillosas. Una de esas genialidades (que desde que oí hablar de ella me tiene fascinado) es que en la Plaza de la Merced en Málaga hay un monolito rodeado por una verja circular que fue declarado territorio francés. ¿Por qué? La razón es que ahí descansan los restos del héroe José María de Torrijos y de sus compañeros. La medida, intuyo que meramente simbólica, se tomó para evitar que posteriores restauraciones absolutistas en nuestro país pudiesen profanar su tumba.

José María de Torrijos y Uriarte fue un liberal español del siglo XIX. En 1817 Torrijos participa en la conspiración fallida del general Lacy para levantar al ejército en Andalucía contra Fernando VII. La conspiración fracasa y es encarcelado. Es liberado gracias a la victoria de Riego y es nombrado Comisario de Guerra durante el Trienio Liberal. Dirige la resistencia contra los Cien Mil Hijos de San Luís y tiene que exiliarse en Londres. Urde un plan para desembarcar en Vélez y avivar una revuelta contra el régimen absolutista, pero su plan se frustra y es detenido y ejecutado en la playa de San Andrés, Málaga.

Antonio Gisbert pintó en 1888 “El fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en la playa de Málaga”. Un acojonante óleo al que os recomiendo echar una ojeada (con especial atención a los gestos y las caras de los protagonistas) si visitáis el Museo del Prado. Uno de los cuadros más impactantes que yo haya visto.

Como un ludópata o un pródigo que en un momento de lucidez encomienda su dinero a un tercero por miedo a lo que podría hacer con él, así tuvimos que hacer en España para que nuestros héroes no fueran mancillados.

Si a los primeros 150.000 muertos en defensa de la República se les hubiera enterrado junto a Torrijos en similar procedimiento, con cuatro metros cuadrados por republicano, hoy habría en Málaga una superficie de más de medio kilómetro cuadrado libre de monarquía. Superficie a la que, aunque un poco apretaditos, podríamos acudir a refugiarnos ante los futuros ataques de “vivan las caenas” que pudieran volver a dar a éste país.


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