Alberto Garzón, autor de Pijus Economicus, ha escrito una reflexión donde critica ciertos posicionamientos y expectativas que los militantes de izquierda tenemos en relación a lo que podríamos llamar “herramientas de política 2.0” (es decir, las basadas en comunidades de usuarios de Internet, como las redes sociales, los blogs, los wikis…)
En su entrada plasma algunas cosas con las que estoy bastante de acuerdo, y otras con las que no coincido:
Alberto habla de la desvinculación de las organización de izquierda con su “público objetivo”. Lo comparto en buena medida: hemos perdido el contacto con lo que tradicionalmente se ha llamado “la calle”; esto es, con las demandas de la clase trabajadora y con sus movilizaciones. Si tenemos presencia en algunas luchas y movimientos sociales se debe a la iniciativa y el esfuerzo personal de militantes aislados, no a una estrategia colectiva. Y digo “hemos perdido” porque hubo un momento en el que sí tuvimos esa presencia. La carencia vino desde que el carrillismo desarticuló los sectoriales del PCE. La mala situación se heredó en IU, donde las áreas de trabajo, aparentemente encargadas de cubrir ese vacío, nunca llegaron a crear dinámicas efectivas de trabajo (en la mayoría de lugares las áreas sólo llegaron a existir formalmente, y nunca desempeñaron labor).
También puedo compartir que existe una euforia no justificada a éste respecto: ese estado de ánimo debería venir tras comprobar que somos capaces de avanzar gracias a estas nuevas herramientas, y no antes. A la luz de los resultados que IU ha cosechado decir que la organización o su militancia hacen un trabajo que se está reflejando en una mayor confianza de la ciudadanía en el proyecto sería mentir.
Ahora bien, ¿se están realmente realizando esfuerzos en movilizar a través de éstas nuevas herramientas? La campaña de Gaspar Llamazares en “Second Life” nunca llegó a pasar de anécdota “simpática”, una buena forma para que los medios de comunicación de masas invirtieran el cupo que nos dedican en cubrir las andanzas virtuales del candidato. Se intentaba dar la impresión a los medios tradicionales de que estábamos usando otros medios alternativos, que estábamos volcados en la red…mera imagen. Como señalaba más arriba en relación con nuestra presencia en los movimientos sociales, todos los esfuerzos notables para que Izquierda Unida tenga presencia en la red vienen de parte de militantes aislados. Tampoco aquí hay una estrategia colectiva.
Alberto señala que la ingente cantidad de esfuerzos que se están dedicando a la adaptación a estas tecnologías deberían dedicarse, al menos en una gran parte, a otras tareas más urgentes y más efectivas. No creo que haya una ingente cantidad de esfuerzos invertido en esto: más bien los esfuerzos son escasos. Los militantes que están implicados en serio con estas nuevas herramientas casi se pueden contar con los dedos.
El afiliado estándar a Izquierda Unida, por desgracia, ni “milita convencionalmente” ni “cybermilita”: directamente no hace nada (se pasa por la asamblea, debate, levanta el brazo, y se vuelve a su casa tan desencantado como entró, sumido en la dinámica de desmovilización generalizada en la que se encuentra la izquierda en Europa).
Personalmente no puedo menospreciar el poder de la red cuando yo mismo he llegado la izquierda radical fundamentalmente gracias a Internet. Mi familia es mayoritariamente de centro derecha, bastante conservadores en lo social y defensores del “Estado del bienestar” realmente existente; mis amigos, aunque sí les interesa la política, comulgan en términos generales con el discurso hegemónico. En definitiva: con ese entorno pocas vías de acercarme al comunismo tenía.
Fue el leer en Internet el pensamiento coherente y las valoraciones racionales que personas de izquierda tenían sobre los problemas del mundo, lo que me llevó a decidir un día acercarme a la sede y afiliarme al Partido Comunista. Internet supuso esa ventana a través de la cual llegó a mí un mensaje (o llegué yo a él…o las dos cosas a la vez) que por otros cauces se me ocurre casi imposible.
Por último, sería interesante ver qué resultados está dando el uso de éstas nuevo herramientas en nuestro entorno de acción más inmediato: la propia organización.
Las redes de militantes han posibilitado la unión de personas que tenían mucho que aportarse mutuamente y que sin ellas no se habrían encontrado nunca; y estamos presenciando una forma de transmisión fluida de información que en otros tiempos se queda únicamente en manos de las elites. Ahora un chaval en Asturias puede conocer información de primera mano de lo que está sucediendo en su organización el País Valencià, sin el filtro interesado de los “mass mierda” o sin el boca o boca de la ruta Valencia-Madrid-Oviedo, que acaba haciendo que la noticia llegue a la otra punta del país convertido en cuchicheo y manipulado por unas cuantas decenas de mediadores aprovechados.
Eso repercute en la “militancia convencional”: la gestación de documentos y manifiestos valiosos, que están siendo muy importantes en el devenir de esta Asamblea Federal, no habría sido posible sin esas comunidades 2.0.
1 comentarios:
Hola:
Interesante tu artículo. La movilización política a través de internet desde luego es una herramienta poderosísima que IU podía usar, aunque sólo fuera por barata. Sin embargo, parece que el único partido que sabe de su importancia es el PP (por experiencia vivida en sus aguileñas carnes el 13-m)y el resto pasa olímpicamente.
Yo, en las anteriores elecciones, mandé un email al contacto que daban las páginas de los 3 partidos con preguntas concretas. Ni PSOE ni IU contestaron, sí lo hizo el Partido Popular. Otros compañeros de universidad hicieron lo propio... y mismo resultado. Me parece un síntoma inequívoco de lo anquilosada que se encuentran las estructuras de IU.
Busca bibliografía de Victor Sampedro, un profesor de mi universidad, que creo te puede resultar muy interesante.
Un saludo.
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