Según informa la propia página del Consejo Superior de Deportes, el Gobierno de España destina anualmente al CSD un presupuesto de 184 millones de euros, del cual alrededor del 64% se invierte en el deporte de élite. Hay muchas más partidas de las arcas públicas que van a parar al deporte de alto rendimiento, pero no se canalizan a través del Consejo Superior de Deportes por depender de otras instancias administrativas, por lo que no salen reflejadas en ese dato de la web del CSD.
Según la Ley del Deporte, ésta inversión en el llamado “deporte de alto nivel” se fundamenta en dos razones: una en que sirve de fomento del deporte base, y la otra en que posee una función representativa de España en las competiciones deportivas oficiales de carácter internacional.
Procedamos a desmontar en unas pocas líneas el argumentario legal:
Recuerdo que hace poco tiempo, unos años, si llovía (cosa frecuentísima en Asturias) no había ni una sola cancha cubierta gratuita en la que echar unas canastas en toda la Cuenca del Nalón. Ni una. Actualmente es posible tirar las canastas a cubierto gracias a que han techado las pistas de coles e institutos…eso sí, hay que saltar la verja: no hay ni una cancha abierta fuera de las fechas y el horario escolar. O sea, que actualmente puedes practicar baloncesto a cubierto solo si tienes la capacidad de saltar una valla que está diseñada para no ser saltada.
Continuamente, en todos lados, se ve a gente que demanda más y mejores instalaciones para practicar deporte. No falta afición, no se necesitan incentivos para la práctica del deporte base: se necesitan medios. Ver a un español ganando un oro en ciclismo en pista es frustrante: hay un tipo en la tele triunfando en un deporte que tú no puedes practicar porque no existen instalaciones para hacerlo.
No hay una relación directa entre países con mejores deportistas de alto rendimiento y más práctica del deporte de base. Estados Unidos, super potencia en el deporte de élite, es uno de los países más sedentarios del mundo.
Por otro lado está la “función representativa de España en las competiciones deportivas oficiales”. ¿Con qué fin? ¿para qué? ¿el potencial turista echa un vistazo al medallero olímpico antes de decidir su destino de vacaciones? Si lo hace vamos jodidos: al momento en el que escribo esto España está en el puesto 23…y toda mi solidaridad para los currantes de la hostelería en Brasil, país que está en el puesto 43…todo apunta a que el año que viene en Ipanema no habrá ni un alma.
No hay ni una sóla utilidad material de que el Estado en el que residimos esté representado en las competiciones deportivas oficiales.
En conclusión, deberíamos despojarnos de los complejos y reclamar la supresión de todo gasto en deporte de alto rendimiento, pasando a tratarlo como un gasto totalmente inútil.
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