El antimilitarismo y sus contradicciones en la izquierda

Pocas cosas me resultan tan impostadas como un heredero del bolchevismo declarándose antimilitarista. Creo que los sectores mayoritarios de la izquierda radical viven una gran contradicción en materia militar: se dicen antimilitaristas a la vez que apoyan, por ejemplo, el uso ético de la violencia defensiva que harían las fuerzas armadas de un país que ha sido agredido por un interés imperialista, o el papel del ejército en la defensa de un país socialista contra el enemigo exterior.
Es decir, que esas personas no son realmente contrarias al ejército, sino al papel que juegan las fuerzas armadas en la defensa del sistema político hegemónico actual o, en definitiva, a lo que se oponen es al imperialismo y al capitalismo. A poco que se hurga se descubre que no ven al ejército como un mal en sí mismo.

Probablemente esta contradicción nace con la caída del bloque soviético y con la aceptación acrítica de postulados provenientes del pacifismo gandhiano por parte de los socialistas desencantados con las experiencias del que fuera llamado “socialismo real”.

El pacifismo gandhiano (“Dejen las armas, por cuanto éstas no van a servir para salvarles a ustedes ni a la humanidad. Deben invitar a Hitler y Mussolini a que tomen todo lo que quieran…pero siempre rehúsen rendirles obediencia”) dejó de ser en occidente patrimonio casi exclusivo del movimiento hippie y fue adoptado por el discurso hacia fuera de los partidos de la izquierda radical como método de lavado de cara de los postulados relativos a la violencia, los cuales se consideró que habían quedado desfasados.

La reivindicación del desarme a gran escala y del uso defensivo de la fuerza armada (demandas propias de la vieja izquierda) fue sustituida por una "no violencia" muy poco concreta (difícilmente conciliable con los postulados la izquierda clásica).

Ahora que ya ha pasado el tiempo suficiente como para haber superado los complejos derivados del hundimiento del “campo soviético”, y al calor de la refundación teórica de la izquierda radical que parece estar dándose bajo la denominación de “socialismo del siglo XXI”, ¿no crees que deberíamos retomar una teoría del uso ético de la violencia y abandonar las contradicciones hipócritas en éste terreno? ¿o será que tenía razón el chaval ese de Nuevas Generaciones de Madrid que decía que los de izquierdas éramos, aunque fuésemos jóvenes, unos carcas? ¿me habré quedando antiguo? ¿tú que opinas?

6 comentarios:

Óscar dijo...

Me ha hecho muchísima gracia ese final en segunda persona en plan "I Want You".

xDDD

Como sabes, porque me conoces, estoy de acuerdo contigo. Pero todo es cuestión de formación. El sistema nos vende el pacificismo estúpido como un valor moral irrenunciable en cualquer persona de izquierdas es algo que se acepta.
Cuando yo entré en la UJCE también iba de esa cuerda (y era trotsko!!!), hasta que un día un camarada me dijo:

"Yo soy pacífico, no pacifista."

Anónimo dijo...

Yo soy de esos pacifistas estúpidos de los que habla Óscar. Si me lo vendió el sistema, tardé mucho en enterarme. Mi evolución fue precisamente la contraria.

Considerar que un pacifismo radical es algo estúpido supone despreciar experiencias como la de la resistencia no-violenta antiimperialista en la india o la defensa de la autonomía indígena en Chiapas.

Javi dijo...

Lo de la India me queda más lejano y no soy un experto, pero la autonomía indígena en Chiapas se consigue a tiros, Juan. Tiros que empiezan en el año 93 y que no cesan hasta que se reconoce al EZLN (una fuerza armada) como interlocutar válido de los indígenas y se pone en negro sobre blanco la autonomía.

ReVoluCioN dijo...

Justo iba a escribir un tema sobre esto. Y juro que antes de leer esto, tengo mails que lo prueban!. La vuilencia mola. Y si la ejerce alguien con pipa, más.

Ignacio Blanco dijo...

Es un tema complejo, y efectivamente genera contradicciones en la izquierda. Basta ver a alguien que se define pacifista con una camiseta del Che.

Yo creo que la opción por el tipo de lucha (violenta o pacífica) depende del contexto histórico: en unos casos (por ejemplo, contra Batista, Somoza o Musollini) puede ser necesaria la lucha armada (siempre combinada con la lucha ideológica, política y social); en otros casos la lucha por la paz tiene incluso potencialidades revolucionarias (por ejemplo, el movimiento anti-guerra en USA).

Como aportación al debate, copio parte de un texto de Manuel Vázquez Montalbán (prólogo a una biografía de Lenin):

"Dentro de la más delirante posmodernidad, los historiadores y sociólogos no violentos recriminan el uso de la violencia que hizo el leninismo y posteriormente el marxismo leninismo oficialmente entronizado en la URSS, como si las revoluciones y expansiones capitalistas no hubieran utilizado toda clase de violencias para ganar y consolidar su hegemonía. Cualquier nivel progresivo de justicia e igualdad se ha conseguido mediante luchas sociales e individuales terribles en las que los proletarios del caballo, la casa y la pistola sólo han cedido parte de sus privilegios por la fuerza o por el poder disuasorio de la amenaza. El poder reaccionario ha cambiado violencia represiva por diálogo cuando no ha tenido más remedio que dialogar porque no estaba seguro de la victoria mediante la violencia. No es una propuesta de conducta. Es una constatación."

Javi dijo...

@ revolución: ambos somos miembros de la corriente "por un socialismo que fuma en pipa", así que a un compañero de corriente no puedo sino creerle XD

@ Ingnacio: estoy de acuerdo que la vía de lucha depende del momento concreto. En España o en USA, año 2008, el coger un fusil y ponernos a dar tiros por una sociedad más justa es no tener ni idea de las condiciones presentes que se dan aquí y ahora. Voy, como tú o como Manolo Vázquez Montalbán, a una "petición" de la no estigmatización del uso de la violencia en determinadas ocasiones que puede ser requerida por las necesidades del momento.

Que ojalá se pueda llegar a la sociedad que deseamos sin el uso de la más mínima violencia, eso lo firmaríamos cualquiera. No es plato de buen gusto para nadie el tener que recurrir a la fuerza. Y por supuesto que si una situación que puede ser solucionada sin el uso de la violencia es resuelta con la fuerza, eso es un uso inmoral de la coacción.

Aquí y ahora ésto no creo que plantee mayores problemas, todos vemos claro que el uso a gran escala de la violencia ("a gran escala" porque "a pequeña escala" ya se usa, por ejemplo en una huelga, que es uno de los pocos sitios donde la autotutela -limitada- está permitida por el sistema) no sería de ninguna forma beneficioso para los intereses de clase.
Decía que aquí y ahora se ve claro, pero que es posible que en otro tiempo las condiciones cambien; o que tengamos que mojarnos y respaldar el uso de la violencia que se pudiera hacer en un futuro en, no sé, lationamérica por ejemplo.

Salud y gracias por vuestros comentarios.