Sobresemantización

Conversación escuchada en la Línea 2 del bus urbano de Oviedo:

- ¡¿Martino?! No me hables de Martino que me pongo enfermo, qué cabronazo el Martino, qué fascista el tío, mira que es despreciable…
- Hombre, es un cabrón de aúpa, pero fascista es mucho decir.
- Ya, coñe, me refiero a fascista en el buen sentido.

Hay términos tan “sobresemantizados” (palabro que no me he inventado yo, sino que es un concepto parido por Santiago Alba Rico) que ya no dicen nada. “Fascista” es posiblemente el mejor ejemplo. Se ha manido tanto ese vocablo que cuando quieres describir a alguien que es realmente un fascista ya no te basta con decir que es “fascista”; de hecho si dices que es fascista posiblemente tu interlocutor pensará que simplemente quieres decir que es un tipo muy hijoputa, porque ese es el sentido normalizado de la palabra “fascista” (como decía el señor de la Línea 2, “fascista en el buen sentido”…)

Hoy hay palabras como “genocidio” o “holocausto” que, de tan usadas para intentar conmover o llamar la atención de quien te escucha, se han vuelto expresiones inútiles. Ahora se necesitaría emplear otras para transmitir el contenido original de esos términos…cosa extremadamente difícil: la llave de “la sala donde se crean palabras” en nuestro país la tienen en régimen de monopolio Ignacio Polanco, José Manual Lara Bosch, Paolo Vasile y tres o cuatro señores más.

La próxima vez que te sientas tentado a exagerar lingüísticamente, no lo consumes: Tutatis mata un gatito cada vez que se trilla una palabra que resulta realmente útil.

Por favor, piensa en los gatitos.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

más razón que un santo: odio escuchar la palabra fascista en vano. Y muchas otras... llamemos a las cosas por su nombre, un fascista es un fascista, un cabrón es un cabrón, un liberal un liberal, un conservador un conservador y Lars Von Trier un artista.

Javi dijo...

Jajajajaja, lo de Lars Von Trier me ha matao

Red dijo...

Lo peor es que, cuando se usa la palabrita, normalmente no es de forma tan inocente como lo hace alguien que es capaz de decir "fascista en el buen sentido". Lo que suele pasar es que las connotaciones negativas (el rechazo que puede causar a una persona prudente y/o decente el fascismo de verdad) se mantienen intactas, aunque el significado se diluya tanto que de nada le sirve al acusado de fascismo mostrar cuántas cosas le diferencian, ideológicamente, de Mussolini.

Por supuesto, muchas veces se usa la palabra fascista para insultar a personas, instituciones o ideologías que no son menos repudiables que el fascismo. Pero en ese caso no hace falta cargar las tintas, mejor sería odiar a esas personas, instituciones o ideologías por lo que son que por una conexión vaga e indefinida con un pasado oscuro.

(Bueno, digo con un pasado oscuro porque normalmente el fascismo se suele asociar con su momento de auge, aunque también sé que sigue habiendo fascistas al pie de la letra)

Anónimo dijo...

Dice usted que se utiliza la palabra fascista para definir a un tipo que es muy hijo de puta. Pero, claro, hijo de puta es también una sobresemantización de esas, porque habría que ser muy hijo de puta para llamar hijo de puta a un hijo de puta.
mitxel

Javi dijo...

Más que "sobresemantizada", "hijo de puta" está injustamente empleada: los humanos cuya progenitora se dedica a la prostitución no tienen por qué ser unas personas infames o malvadas.
A diferencia de "facista", "hijo de puta" intuyo que ya nació como un insulto (injusto insulto, pero me parece que nunca pretendió describir nada, que siempre fue cosa de ofender).

ReVoluCioN dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ReVoluCioN dijo...

Justamente llevo mucho tiempo queriendo escribir algo parecido. Y es, por ejemplo, por aquí es muy habitual que los nacionalistas llamen fascista a todo el que sea del PP, lo cual me parece una barbaridad (y nosotros también lo hacemos).
Sartori, que es un politólogo borde que me cae genial, estableció un término para designar a la pérdida del significado original de un concepto: El Perro-Gato.
Los perros-gatos (llamados así, explicado de forma de andar por casa, porque quieres referirte a un perro, pero por las causas que mencionaré, acabas haciéndolo sobre un gato). Esto se puede ser debido a 4 situaciones, pero la que aquí nos interesa es el "estiramiento conceptual", que consiste en alargar tanto un término que acaba perdiendo su significado. Es el caso del Fascismo. Lo empleamos para referirnos a tantas cosas, que ahora fascismo no es nada. Mientras más producimos perros-gatos, menos capaces somos de generalizar y verificar sobre cualquier cosa.

Bueno, perdona por esta clase de politología, pero es que estoy en la biblioteca estudiando y lo tengo en la mente xD.

Javi dijo...

Muy interesante, tío. No había oido hablar del pollo ese, se agredece.

Recibid un cordial saludo.