susodicha era una perfecta desconocida en nuestro país. Su vida privada interesaba menos que un sello de AFINSA. Hasta que llegó la FAES, fundación que él dirige, y mandó una notita a la prensa diciendo que tenían bajo control la bragueta del ex Presidente y que ese niño no era suyo. Aznar volvía a los periódicos (sí, a la página de atrás, esa destinada al cotilleo, ¡pero volvían a hablar de él!).Políticamente hablando, Aznar tiene en la actualidad tanta relevancia pública como la carta a los Reyes Magos de Ángel Cappa, de ahí que haya que tenido que buscar otras vías para satisfacer sus anhelos de notoriedad. Ha escogido la opción más sencilla: airear su vida íntima mientras interpreta (de una forma muy cómica) a un señor que haría lo que fuera por preservarla. Nadie como él ha interiorizado aquello de “que hablen de ti aunque sea bien”. Aznar...ese yonki de la fama.



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