Estaba equivocado

Quienes señalaban que era ridículo pedir el Premio Príncipe para Marcos Ana (véase Mitxel o Pascual Serrano) tenían razón. Yo, que lo apoyaba, me equivocaba. Me jode que haya tenido que ver cómo no le daban el premio para darme cuenta de mi error.

Con el movimiento a favor de la concesión del premio a Marcos Ana se ha conseguido un pequeño triunfo y dos grandes derrotas:

Lo bueno ha sido aunar a un montón de gente (tanto favorables como detractores al premio) en la reivindicación de la figura de Marcos Ana como testimonio vivo de lo mejor de la lucha antifascista.

Lo malo es que dudo que hayamos logrado convencer a nadie que no estuviera ya convencido previamente de lo grande que es Marcos Ana; y además (y esto es la peor parte) me temo que hemos contribuido a legitimar a la institución que da soporte al premio: ni él ni quienes le tenemos en estima necesitábamos que el sucesor a la corona le diera un premio. No era necesario participar de ese juego: con ello le hacíamos un flaco favor a la causa republicana y un buen servicio a la consolidación de la monarquía.

Tenía razón Pascual Serrano: “que cuando Felipe de Borbón haya trabajado veintitrés años por la democracia y la justicia en España –ojo, trabajando- le concedan el Premio Marcos Ana”. Como decía Mitxel, la monarquía “se ha instaurado pasando por encima del sufrimiento de personas como el señor Marcos Ana”, y los Premios Príncipe (más que un reconocimiento a los galardonados) son por encima de todo son un homenaje a la “familia real”.

Como “acto de constricción” por mi error tendré que ponerme las palmas rojas de aplaudir en el homenaje que se le rendirá a Marcos Ana el sábado 19 de Septiembre en la Fiesta del PCE en Córdoba.

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