Nadie había oído nada, nadie le había señalado, nadie le había preguntado…pero aún así Aznar quiso dejar claro que él no era el padre del hijo que una Ministra francesa está esperando. La susodicha era una perfecta desconocida en nuestro país. Su vida privada interesaba menos que un sello de AFINSA. Hasta que llegó la FAES, fundación que él dirige, y mandó una notita a la prensa diciendo que tenían bajo control la bragueta del ex Presidente y que ese niño no era suyo. Aznar volvía a los periódicos (sí, a la página de atrás, esa destinada al cotilleo, ¡pero volvían a hablar de él!).
Políticamente hablando, Aznar tiene en la actualidad tanta relevancia pública como la carta a los Reyes Magos de Ángel Cappa, de ahí que haya que tenido que buscar otras vías para satisfacer sus anhelos de notoriedad. Ha escogido la opción más sencilla: airear su vida íntima mientras interpreta (de una forma muy cómica) a un señor que haría lo que fuera por preservarla. Nadie como él ha interiorizado aquello de “que hablen de ti aunque sea bien”. Aznar...ese yonki de la fama.
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