Ha suscitado
Viul un interesante debate en su blog (
aquí y
aquí) a propósito de si sería conveniente o no que los militantes del PCE actuaran en IU con disciplina de voto. Si el PCE fuera una fuerza muy minoritaria dentro de IU, este tema no tendría mucho recorrido. Sin embargo el PCE representa una parte importante de la militancia de IU, y muy probablemente actuar de una manera u otra podría alterar los resultados de algunas decisiones en muchos niveles, desde el ámbito local hasta el federal.
Señalaba
iBUS en los comentarios que este debate es recurrente también fuera de nuestras fronteras, habiéndose suscitado recientemente en el Reino Unido en relación a la
actuación del SWP dentro de Respect. Y es que el debate podría darse en casi todos los sitios: en Cataluña, donde los compañeros del Partit dels Comunistes de Catalunya (PCC) son mayoritarios en el referente catalán de IU, Esquerra Unida i Alternativa; en Baleares, donde los integrantes de "IU Abierta" son mayoritarios en Esquerra Unida de les Illes Balears; o, en general, en cualquier otro lugar donde exista una sensibilidad mayoritaria y que de su actuación disciplinada dentro de la organización dependiera que se tomaran unas decisiones en lugar de otras.
Vaya, que estamos ante todo un clásico transfronterizo.
Izquierda Unida no es un “frente de masas” más para el PCE. Cuando el Partido Comunista apuesta por una IU organizada como un movimiento político y social significa que no se limitará a tratarla como un “frente electoral”, sino que buscará a través de ella nada menos que articular un programa de construcción del socialismo donde tenga cabida todo el “pueblo de izquierdas”. IU es posiblemente, exceptuando la creación de las Comisiones Obreras, el proyecto más ambicioso en el que se ha embarcado el PCE en el último medio siglo.
En mi opinión se debería buscar el equilibrio huyendo de dos extremos:
El primero extremo, convertir al Partido Comunista en una afiliación simbólica, sin contenido práctico ni labor militante, por considerar que Izquierda Unida ha sustituido el papel que tenía el PCE.
El segundo extremo, convertir al Partido Comunista en un bloque monolítico dentro de IU, de forma que todas las decisiones que tuvieran que tomarse en IU en todos los niveles fueran antes debatidas y acordadas en el seno del PCE, y luego trasladadas disciplinadamente a IU.
El primer extremo hace que el PCE carezca de sentido, y el segundo extremo dificulta en la práctica la participación real de los no militantes del PCE allí donde el Partido Comunista sea mayoritario.
Para evitar lo primero hay que organizar al PCE de tal forma que sus estructuras no dupliquen las de Izquierda Unida. Apostar por el proyecto de IU como movimiento político y social tiene un precio (que es la vez una gran oportunidad): la necesidad de que el PCE deje de organizarse como un partido tradicional, pues una parte fundamental de las labores que realizan los partidos tradicionales estarían desarrolladas por IU, permitiéndonos retomar sin muchas dificultades labores especializadas sectorializando el Partido.
Evitar el segundo extremo creo que pasa por convencer al militante con nuestro proyecto para IU. Si las ideas que vienen del Partido no seducen, difícilmente se podrá cohesionar a la militancia: hay que intentar disciplinar por la fuerza de la convicción. Esto creo que se logró en buena medida en la última Asamblea Federal, logrando que el grueso de la militancia se organizara en el proceso entorno al documento de “Otra IU es Posible”: se logró unidad en torno a unas ideas que se consideraron mayoritariamente más convenientes.
La disciplina de voto de los comunistas del PCE en IU debería reservarse para las cuestiones fundamentales: reunir una asamblea local del PCE antes de una reunión ordinaria de la correspondiente asamblea local de IU es duplicar las estructuras (de ahí que abogue por una organización sectorial del PCE que no posibilite esta duplicidad), y es malo para un debate plural allí donde los militantes del PCE sean mayoría.
También se debe realizar una labor didáctica dentro del Partido: la afiliación al PCE es voluntaria, y supone que uno está dispuesto a seguir las decisiones acordadas por sus órganos. Se tiene el derecho a participar en la toma de decisiones a cambio del deber de acatar la decisión que resulte aprobada. Debemos fomentar una actitud responsable de los afiliados del PCE, donde quien no esté dispuesto a seguir las líneas marcadas por los Congresos sepa que su sitio está fuera del PCE. Esto, que es algo natural e intuitivo en IU (todos los afiliados a Izquierda Unida saben que su implicación en el proyecto pasa por acatar las decisiones de la Asamblea), es algo que se ha perdido en el Partido Comunista, probablemente debido a que durante bastante años la militancia en el PCE era meramente simbólica.
Para concluir, admito que me inclino por una postura que puede pecar de “buenrollista”: se corre el riesgo de que, mientras otras corrientes de IU pudieran actuar disciplinadamente en todos los ámbitos, los comunistas organizados entorno al PCE reserven su disciplina exclusivamente para las cuestiones fundamentales marcadas por el Congreso.
Trasladado a un ejemplo hipotético, existiría el riesgo de que el PCC, la CUT, “IU Abierta”, o cualquier otra corriente integrante de IU decidieran de antemano en su seno todas sus posiciones mientras que los camaradas del PCE o del PSUC-VIU posponen su toma de decisiones al debate en el seno de la correspondiente asamblea de IU o de EUiA. Pues sí, pero creo que es un riesgo que hay que correr para beneficiar al proyecto de Izquierda Unida como movimiento político y social.
[Por cierto, cosita relacionada: nos cuenta
Rafa que se ha creado un
grupo en el Facebook del XVIII Congreso del PCE]