Es decir, que esas personas no son realmente contrarias al ejército, sino al papel que juegan las fuerzas armadas en la defensa del sistema político hegemónico actual o, en definitiva, a lo que se oponen es al imperialismo y al capitalismo. A poco que se hurga se descubre que no ven al ejército como un mal en sí mismo.
El pacifismo gandhiano (“Dejen las armas, por cuanto éstas no van a servir para salvarles a ustedes ni a la humanidad. Deben invitar a Hitler y Mussolini a que tomen todo lo que quieran…pero siempre rehúsen rendirles obediencia”) dejó de ser en occidente patrimonio casi exclusivo del movimiento hippie y fue adoptado por el discurso hacia fuera de los partidos de la izquierda radical como método de lavado de cara de los postulados relativos a la violencia, los cuales se consideró que habían quedado desfasados.
La reivindicación del desarme a gran escala y del uso defensivo de la fuerza armada (demandas propias de la vieja izquierda) fue sustituida por una "no violencia" muy poco concreta (difícilmente conciliable con los postulados la izquierda clásica).
Ahora que ya ha pasado el tiempo suficiente como para haber superado los complejos derivados del hundimiento del “campo soviético”, y al calor de la refundación teórica de la izquierda radical que parece estar dándose bajo la denominación de “socialismo del siglo XXI”, ¿no crees que deberíamos retomar una teoría del uso ético de la violencia y abandonar las contradicciones hipócritas en éste terreno? ¿o será que tenía razón el chaval ese de Nuevas Generaciones de Madrid que decía que los de izquierdas éramos, aunque fuésemos jóvenes, unos carcas? ¿me habré quedando antiguo? ¿tú que opinas?