El caso es que saqué unas fotos con el móvil a esas portadas tan bizarras y, nada más llegar a casa, comencé a informarme sobre un género literario que, a la luz de la cantidad de libros expuestos, debía de tener un tirón tremendo.
Descubrí que dentro de la novela romántica y, en concreto, dentro del subgénero de novela romántica de época, no todos los periodos históricos suelen ser abordados. Todo lo contrario, los autores de dicha novela se centran fundamentalmente en cuatro o cinco periodos: en la colonización del oeste y guerra civil americana, en la era dorada de los piratas, en la Escocia de principio del milenio anterior y en la época victoriana.

Lo que más me interesa de dichas novelas son, sin duda, sus portadas. Constituyen un arte propio e independiente y creo que la historia las absolverá. Al igual que pasa con el que le hace las portadas a la revista de Ana Rosa, lo de las ilustraciones del “romance escocés” tiene un mérito tremendo: ¡después de siete portadas yo ya no sabría como poner posando al escocés (ni a Ana Rosa)! Pero sin embargo, en la revista “AR” y en la novela de Highlanders siempre acaban dándole una vuelta de tuerca y logran una nueva composición allí donde la inmensa mayoría de los mortales fracasaríamos.
Un servidor, por falta de imaginación, pronto acabaría poniendo al escocés rascándose la entrepierna o a Ana Rosa vomitando agarrada a la taza de un váter. Ellos no: son muy profesionales, y tienen una creatividad tremenda.
¿Y a qué viene esta diatriba sobre las novelas románticas de escoceses? A que ceronegativo me ha presionado para que os ilustre sobre el tema, después de quedar sorprendidos él y Rafa con mi colección de fotografías de portadas que tenía guardadas en el móvil (colección que espero que siga creciendo hasta que el género decaiga o hasta que pierda el teléfono…lo que suceda primero).
BONUS TRACK: Comentario de "Pancho Guaje" a la entrada:
Como amante de este bello subgénero les recomiendo "La Maldición Del Castillo", de Teresa Medeiros, quien, al igual que su hermano Glen*, se empeñó en hacernos brotar ese sentimentalismo que todos llevamos dentro.
La sinopsis de la novela sería esta:
En la Escocia de mediados del XVIII (el 18, por si hay alguien de alguna ingeniería) en una pequeña aldea de nombre impronunciable sólo queda una joven con el virgo incólume. Podríamos pensar que con tantas mujeres desinhibidas los lugareños vivirían felices. Pues no.
Hete aquí (¿hete? ¿qué coño es "hete", además de un extraterrestre con el dedo fluorescente?) que en el castillo de la aldea mora* un terrible dragón de aliento fétido y churruscante. Dicho dragón es de carácter caprichoso y molesta a los vecinos con peticiones más propias de una embarazada que de todo un señor saurio alado imaginario.
El dragón decide que quiere beber sangre pura y la susodicha joven virginal verá su vida en peligro porque poca gente sobrevive al aparato digestivo de un dragón.
Gwendolyn Wilder, que así se llama la heroína, no hallará más que un aliado: el aprendiz del herrero, Tim, del clan de los O'Teo.
Tim clavará una lanza con la punta incandescente en la parte más vulnerable del dragón, matándolo. Luego hará lo propio con Gwendolyn, matándola... de gusto.
La novela tiene una estructura rectangular, si bien en su edición de bolsillo tiende más a cuadrada.
Es muy recomendable pero nada comprable. O sea, recomiéndala pero no seas tonto y no la compres.
*Glen Medeiros es, junto a Georgie Dann, el mejor músico incomprendido de la música mierdosa y vulgar. Su tema "Nada cambiará mi amor por ti" lo hicieron acreedor a una paliza mortal todavía no cobrada.
**"Mora" como verbo; no confundir con el adjetivo, pues cambiaríamos al subgénero "romance moruno" o "maurófilo".