[Ésta entrada es una respuesta a la
reflexión suscitada por mi amigo J.E. en su magnífico blog. Responderé a la misma en forma de diálogo socrático protagonizado por el aprendiz griego Escaleno y su ebrio maestro meteco Isósceles]
Isósceles – Oye Escaleno, ¿no tendrás por casualidad un mechero, eh?
Escaleno – Tengo yesca y pedernal, maestro.
Isósceles – Joer, ¿nadie en toda la puta polis tiene un jodido mechero? ¡¿Es tanto pedir un puto mechero?!
Escaleno - Cambiando de tema, maestro, tenía algo que preguntarle: ¿no es la libertad irresolublemente paradójica?
Isósceles – Mmmm…explícate un poco más.
Escaleno – Por ejemplo, ¿acaso no es paradójico, en términos de libertad, que gente como nosotros defienda que no se ha de tener derecho a contratar una hipoteca de mierda, y sin embargo defendamos el derecho al suicidio asistido?
Isósceles - No me gusta ponerme mayéutico antes de comer, pero piensa en el siguiente caso: a una mujer un desgraciado le pone un cuchillo en el cuello, advirtiendo éste a la muchacha de que o mantiene relaciones sexuales con él o la matará. Si ella accediera a acostarse con él para salvar su vida, ¿estaríamos ante un acto libre de la mujer?
Escaleno – No maestro, no lo estaría. Se ha visto obligada a elegir el mal menor para salvaguardar un bien preciado, como es su vida. Su actuación no ha sido fruto de un acto de libertad, sino todo lo contrario, fruto de una coacción.
Isósceles - ¿Y cuál es la diferencia entre esa mujer y el firmante de la hipoteca de mierda?
Escaleno – Pues…supongo que ninguna: la mujer elije ser violada antes que morir, y el firmante de la hipoteca de mierda elije esa hipoteca de mierda antes que no tener casa. En ambos casos había alguien con una posición dominante sobre el otro (en el primero ejemplo el violador, en el segundo el banco) que obligaba a la parte débil a pasar por una situación indeseable.
Isósceles - ¿Dirías que es un acto liberticida perseguir a los violadores o a quienes ofrecen hipotecas con clausulas abusivas?
Escaleno – No, no lo creo. Más bien es una conquista favorable a la libertad, maestro.
Isósceles - ¿Por qué es favorable a la libertad el impedir que haya quienes ejerzan una posición de fuerza sobre los demás?
Escaleno – Porque las conductas libres se dan entre iguales. Si alguien ejerce la violencia sobre el otro por ser dominante su posición…ahí no hay libertad.
Isósceles - Entonces podríamos concluir que la igualdad es un requisito necesario para la existencia de libertad, ¿no?
Escaleno – Totalmente.
Isósceles – Y en el caso del tipo que requiere un suicidio asistido, ¿existe desigualdad alguna que nos permita predicar que dicha acción, suicidarse, no es un acto libre?
Escaleno – No. Su suicidio, por así decirlo, no se ejerce “contra nadie”. Es un acto libre.
Isósceles – Vemos pues que no había paradoja alguna.
Escaleno – Maestro, es usted la leche. ¿Podría darme una conclusión a modo de cierre para anotarla en mi bloc y si eso, el día de mañana, escribir un libro sobre sus enseñanzas?
Isósceles – Claro, claro. Toma nota: la libertad es una pura ficción ideológica en ausencia de igualdad. Cuando te ves obligado, por ejemplo, a aceptar que alguien se apropie de parte de tu trabajo, no realizas una acción libre, sino un acto que es fruto de una coacción, fruto de la violencia. En ocasiones la violencia puede estar tan generalizada, ser tan estructural, que incluso puede llegar a parecernos que es de recibo la existencia de una “libertad para explotar”. No es así: esa “libertad para explotar” es una salvajada liberticida, eso no es libertad, sino todo lo contrario. Como tú mismo has dicho antes, Escaleno, las conductas libres se dan entre iguales.
Escaleno – Siempre me deja usted impresionado, maestro. ¿Dónde ha aprendido todas estas cosas?
Isósceles – Escaleno, deja de hacerme la pelota y vete a buscar un puto mechero, anda.
Escaleno - ¡Ahora mismo, maestro!