Comentan que se han constituido los grupos en el Parlamento Europeo y que, como sucediera hace cinco años, el representante de IU ha ido al “Grupo de la Izquierda Unitaria Europea”, mientras que el representante de ICV ha entrado en el “Grupo Verde”.
Esto no tendría nada especialmente extraño si no fuera porque en la prensa se pudo leer que esta vez iba a ser distinto, y que ambos irían a ir al mismo grupo parlamentario (en concreto al GUE/NGL), pues era una de las cláusulas del acuerdo electoral.
“¡Pardiez! - me dije a mi mismo- aquí fiede a chamusquina” (y es que cuando hablo conmigo mismo utilizo el castellano antiguo). Así que activé el modo “Se ha escrito un crimen”, y decidí resolver este misterio como lo haría Jessica Fletcher en tan mítica serie.

Inicié mi investigación pasándome por una Casa de Citas llamada “
IloveIU”, un lugar frecuentado por gentes de mal vivir pero donde por un puñado de dólares dan soplos muy jugosos. Allí una vedette me dijo que no podía asegurar que hubiera acuerdo en ese punto, y que era posible que la culpa fuera de quienes vendieron a la militancia un acuerdo que no existía.
Salí del lupanar con la mosca detrás de la oreja, ojeando un recorte de prensa del día 6 de junio donde el coordinador de IU decía así: "el acuerdo electoral con ICV para estas elecciones implica que los eurodiputados que salgan elegidos se integrarán en el mismo grupo parlamentario, es decir, en el Grupo de la Izquierda Unitaria Europea. Nos presentamos con el mismo programa y lo defenderemos desde el mismo grupo".
Metí unos céntimos en la cabina de la esquina (pocas monedas, pues es sabido que la mano invisible del mercado ha conseguido que las cabinas no den vuelta) y marqué el número de un confidente catalán. Tras chantajearle con una información que podría llevarle al trullo, me aseguró que tenía una copia del acuerdo entre ambas formaciones donde se especificaba que una Mesa de ambas formaciones (formada por cinco miembros de IU, tres de ICV y uno de EUiA) decidiría a qué grupo mandar a los eurodiputados, siempre con la condición de que irían a parar al mismo lugar. Repetí la llamada a un ex presidiario valenciano que me confirmó los datos del catalán.
Había perdido unos cuantos euros en teléfono pero había ganado una buena información.
Ya casi a punto de amanecer, decidí acercarme dando un paseo a los muelles del “
ForoIU”, lugar en el que me esperaba un marinero tuerto llamado “El Muelas”. Era un tipo alcohólico pero muy despierto, y aunque me costó entenderle por su mala dicción me contó lo siguiente:
“Mira Jessica Fletcher (hip) –los borrachos hacen “hip”-, como me caes bien te voy a decir que hay cuatro posibilidades:
Primera, que no exista esa cláusula de ir al mismo grupo en el acuerdo, y hayan engañado a tus confidentes catalán y valenciano, y que por tanto tengas que buscar al culpable dentro de casa, inculpando a quienes señalaron públicamente que existía lo que no existía.
Segunda, que sí exista esa cláusula de ir al mismo grupo en el acuerdo, y que habiéndose tomado la decisión en la Mesa de ir a determinado grupo alguien lo haya incumplido (hip), y que por tanto el traidor sea quien lo incumplió.
Tercera, que sí exista la cláusula en el acuerdo, pero que nadie se molestara en hacerla efectiva, por ejemplo no reuniendo la Mesa, por lo que sigues teniendo a los culpables dentro de casa (hip)”.
“¿Y cuál es la cuarta posibilidad, Muelas?”
“Refréscame la memoria con unos billetes verdes y tal vez me vuelva a la cabeza...”