En ésta segunda entrega haremos una aproximación (no muy en profundidad) a dos conceptos que son claves para entender a fondo el análisis económico marxista: “mercancía” y “valor”. Tener claro esto nos permitirá hablar en la tercera entrega del que es posiblemente el gran puntal de nuestra teoría económica: la plusvalía.
Vamos allá:
En las grandes ciudades existe una gran división del trabajo, cada hombre tiene su trabajo específico (los hay que hasta tienen trabajos guays y les pagan por hacer lo que les gusta, como
mi colega que es dibujante)
Por hacer estos trabajos los trabajadores reciben un salario con el que compran los productos que necesitan para vivir. Y como estos bienes han sido producidos por otros trabajadores, en estas grandes ciudades los trabajadores de un sector o rama de la producción dependen de los trabajadores de los otros sectores de la producción.
En resumen, al existir una gran división del trabajo existe, al mismo tiempo, una gran interdependencia entre los trabajadores que curran en las distintas ramas de la producción.
Mientras más se desarrolla la división del trabajo, más crece la interdependencia de los distintos sectores de la producción.
¿Y cómo se realiza la relación entre estos distintos sectores de la producción?
Como se trata de centros de producción aislados unos de otros, porque pertenecen a propietarios distintos, para poder relacionarse entre sí deben recurrir al mercado, es decir, deben poner sus productos en venta y esperar que los interesados se los compren.
Por tanto, cuando existe propiedad privada de los medios de producción, la única forma de relacionar los distintos centros de producción aislados es a través del intercambio de productos en el mercado:
Se llama “
intercambio mercantil” a esta compra y venta de productos en el mercado, y se llama “
mercancía” al objeto que se intercambian en el mercado.
La
ley de la oferta y la demanda por sí sola no puede explicar el precio de los bienes (si así fuera, dos cosas que tuvieran la misma demanda deberían tener el mismo precio)…lo que podrá explicar son las variaciones pequeñas de los precios: por qué el kilo de azúcar vale hoy unos céntimos más que hace algunos días, por qué los zapatos han bajado de precio al final de la temporada. Pero ella no nos explicará nunca por qué el azúcar vale una cierta cantidad de dinero y los zapatos valen otra cierta cantidad mucho mayor.
Por lo tanto, la ley de la oferta y la demanda no puede indicarnos por qué una mercancía vale más que otra, por qué puedo comprar varios kilos de azúcar con el dinero con que compro sólo un par de zapatos.
Los precios no pueden ser explicados de forma definitiva ni por la calidad, ni por la utilidad, ni por la oferta y la demanda
¿Está entonces el precio de las mercancías está determinado por los
costos de producción?
Para contestar a esta pregunta pongamos un ejemplo concreto: una costurera que hace vestidos para la venta. ¿Cuál es el costo de producción de sus vestidos?
Ella necesita gastar dinero en comprar tela, hilo, botones; necesita gastar dinero en el alquiler del local donde cose, en luz y también necesita dinero para reponer la máquina, la que se va gastando con el uso. Si la máquina de coser vale 5000 euros y queda inutilizada después de coser 5000 vestidos, la costurera deberá contar, como gasto por cada vestido que haga, 1 euro para poder reponer la máquina cuando ésta se haya gastado.
Entonces...¿es la suma de estos gastos lo que determina el precio de un producto? No, ya que si así fuera, querría decir que no se pagaría nada por el trabajo de la costurera y que ella se moriría de hambre. Si la costurera se demorara un día entero en hacer un vestido, necesita recibir por su trabajo al menos una cantidad de dinero suficiente para comprar las mercancías que ella no produce y que necesita para vivir.
Para poder mantenerse, por consiguiente, tiene que vender los productos de su trabajo (los vestidos) y obtener con ello el dinero que le permita comprar los productos que resulten del trabajo de otros hombres.
Después de tener hecho el vestido, la costurera tratará de venderlo más caro de lo que cuesta su producción y logrará hacerlo si la demanda de vestidos es mayor que la oferta. Pero si ello ocurre, todas las costureras se dedicarán a hacer vestidos, y luego habrá más oferta que demanda de vestidos en el mercado, con lo que los precios volverán a bajar.
Vemos, por tanto, que existen variaciones de los precios que dependen de las variaciones de la oferta y la demanda, pero vemos también que estas variaciones no se alejan mucho del costo de producción de los objetos.
¿Podemos decir, entonces, que el precio está determinado por el costo de producción de los objetos?
En el caso del vestido parece que así fuera, según nuestro cálculo. Pero ¿que ocurre si nos preguntamos por el precio de los otros elementos que la costurera tiene que comprar para producir el vestido, tales como: la tela, la máquina de coser, los botones, etc.?
Si analizamos cada uno de ellos, y empezamos con la tela, por ejemplo, tenemos que tomar en cuenta los mismos elementos que antes: los medios de producción (en este caso: la lana, el desgaste de los telares, el pago del local, etc.) y una cierta cantidad de trabajo (en este caso: el trabajo del tejedor). Si ahora hacemos de nuevo el mismo análisis y nos preguntamos por el precio de la lana, por ejemplo, tenemos que volver a considerar los mismos elementos: medios de producción y una cierta cantidad de trabajo, hasta que llegamos por último a ver que esta “cadena” termina en el trabajo que realiza el cuidador de las ovejas.
Lo mismo ocurre con todos los otros elementos materiales que tenemos en cuenta en el costo de producción del vestido. En el caso de la máquina de coser, por ejemplo, llegamos a reducirla al trabajo del minero que saca el hierro de la naturaleza.
Por tanto, vemos que
al calcular el precio de las mercancías según el costo de producción, lo que hacemos es medir el trabajo que ha sido incorporado a las mercancías, ya que todas ellas pueden ser reducidas por último al trabajo que realizan los hombres sobre la naturaleza.Nuestro análisis nos ha llevado a descubrir detrás del costo de producción el trabajo humano. Toda mercancía tiene siempre, entonces, trabajo humano incorporado. Esta característica común a todas las mercancías es lo que las hace comparables, intercambiables.
Llamaremos “
valor de una mercancía” a la
cantidad de trabajo que ella tiene incorporado.
[Si quieres puedes echar un vistazo a la entrega anterior pinchando
aquí]
[Ésto que lees es un resumen de la primera parte del segundo CEP de
Marta Harnecker, que puedes descargar de muchos sitios, por ejemplo
aquí]